lunes, mayo 19, 2008

Gula

Lo ve y no puede contenerse. Es un hombre ideal, exquisito en todo sentido. Ella le recorre con la vista una y otra vez, cuando pasa frente suyo y le dirige un saludo de buenos días.
Siempre ha soñado con eso, con un espécimen de alta categoría que le suba el rango y las posibilidades de ser más. Con ese hombre que todas desean, que todas necesitan. Y ella lo desea más que a su madre y más que a un aumento de sueldo. Desea que ese hombre esté en sus brazos, para recorrerlo entero, asirlo y confundirlo. Poseerlo en todo sentido, nadie más que ella en la soledad de la noche y le confusión del día. Comerlo a pedazos, a trozos grandes, aunque en su exigua boca no quepan.
Piensa a diario en saciarse de él, tenerlo de aperitivo, plato fuerte y postre. En cada momento comerle los labios, morder su dermis, extasiarse y hartarse de su cuerpo, de su forma y de su sexo.
Cree que su hambruna de lujuria será saciada con tan solo un toque de las manos de aquel perfecto extraño que le saluda a diario. Pero teme que si obtiene a su presa, pueda volverse una adicta, que su deseo con tanto temple acabe en morbidez, por lo que aguanta un momento y sienta cabeza, aunque ya está harta de los vegetales y una anorexia sexual no le viene en gana.
Se da la vuelta y esta vez un susurro hace que despierte de su ensueño. Es él quien le pide ayuda, que le pide por favor que le sirva, y en su cabeza retumban las imágenes de esa boca roja y el sonido de esa voz varonil, que le pide, por primera vez, un café en la mañana.

1 comentario:

kano dijo...

jaja esta bueno el final , es lo qu a veces pasa el rollo avanza mentalmente, mientras que en la realidad posiblemente ni la voz hizo contacto