martes, noviembre 04, 2008

Codicia

Cada vez que se acalora la mañana recuerdo los días de invierno. Tu energía, mayor a estos rayos solares cargados de radiación no se compara en ningún momento. Tampoco al cansancio y vacío que siento. O que sentimos en algún minuto, cuando se acabó nuestro tiempo y tácitamente decidimos marchar sin compromiso alguno.

Se me heló el alma, en especial por el deseo intrínseco de llevarte en mi ser; mis recuerdos se fosilizaron en el siempre para recordarte, para sentirte cerca y cálido. Y no quiero que se deshiele nada, ni que los fósiles se vuelvan polvo.

Ellos están allí. Aún viven para recordarme tu sonrisa de mil dientes, tu olor a frescor matutino, tus besos sabor cabritas con caramelo, tu piel bronceada y tersa, tu todo impregnado a mí . Aún estás presente en mi cabeza. Ahora tengo parte tuya encajada en mis neuronas.

Quisiera que me diera alzheimer. Alzheimer de ti y olvidar esos preciosos momentos que atesoro desolada, pero la vida no es tan buena y nunca me hará ese favor. No... y no me hace feliz recordarte, pero no puedo escapar de ti y de tanta gracia de todo lo mío que fue tuyo.

Guardé cada sentimiento, cada cosa, palabras bonitas, mis ansias, mis deseos, mis amores para ti. Y aún los sigo guardando.