martes, julio 15, 2008

Señorita Cangrejo

Es difícil creer (para mí siempre creer es difícil), que una persona se te cruce en la vida y tengas tanto interés en conocerla, pero que ni le hables del asunto. Tenerla bien cerca y admirarla, sentir celos y después ira, ya que es el único ser que puede desplazarte del pedestal en el que te encuentras.
Yo la vi palurda, con estilo, pensando el porqué se metió en una mediocridad, tratando en mis pensamientos de salvarle la vida, pero sin querer que eso ocurriese. Un ser áureo, níveo y con tanto talante que podía ser mi mejor enemiga si me cruzase en sus ideas. Me convertiría en el solitario andante que va sin su Sancho, sin séquito si llegase a irse a otro lugar.
No recomendé nada. Callé a sabiendas de que podría ser mejor, mas debiese aprender de las duras cosas de la vida, para que no cayera en la maldición de la intolerancia gratuita. Siguió siempre fresca y molesta. Se repetía la historia que yo viví un par de veces. La palurda no se daba el vicio de comentar ni hablar. Vivía en un mundo paralelo, sin atenerse a nada, sin que nada la molestase, sin que nadie comprendiera su silencio mataz.
La importancia de lo silente no era bien vista.
Alzó su voz y dejo estupefactos a todos
su talante de guerra surgió bajo la exasperación
y triunfó. Triunfó sobre todos.
Eso no bastó. El camino se viene lleno de dagas, de pesadillas, de remordimientos, de marañas y perdición. El estigma de un pasado que tendrá que saber llevar a causa de su casa de estudios, del poco compromiso de sus pares, de la mediocridad del gentío.
Ella no lo ve
No lo siente
No quiere reconocerlo
No lo necesita
Se tiene a sí... a su querer, sus libros y sus fantasía, que no dan abasto para tanta maldad intencionada que vaga buscando víctimas que parecen frágiles. No se metan con ella. El fuego de su pelo está en el alma. Alma un poco palurda, pero que se ha ido nutriendo de colores, experiencias y sinsabores.

Feliz Cumpleaños.