sábado, septiembre 30, 2006

Cómo en la cama


Primero serios. Buscando alguna razón por la cual conversar. Tratando que nuestros cuerpos no demuestren el nerviosismo que nos envuelve.

El mantel se levanta de a poco, hace las olas y cubre y descubre mis piernas. Cubre y descubre tus manos. Esa seda tersa que nos roza la piel después de unos tragos y una pequeña charla.

No queremos movernos ni dejar la atmósfera, opacada a veces por el ruido de algún auomóvil. No habalmso de nuestra vida, es demasiado ego. Nos remitimos a explorar viejas andanzas por algúna parte. No importa nadie ahora. Estamos solos y nso cubre la blancura de esa tela y el olor a madera de esas cuatro patas.

Relajo el cuello, mojas tus labios. Cierro los ojos. Esperas. Me buscas, lo presumo y siento la cercanía de tu piel. Son sólo segundos antes de bajar la vista por la vergüenza. Te arrepientes y vas al baño. Te sigo calladamente.

En la blancura helada nos besamos, el agua corre. Ahora reímos cómplices y acricias mi cara.
Miro la tuya, tu expresión dice mucho. Ya sé lo que tengo realizar.

Me acomodo un poco y camino por el pasillo. Llego a otra puerta, me acomomodo en ella y digo, sumisamente, "ya sé que tu mujer puede llegar, otro día nos veremos".

lunes, septiembre 25, 2006

Putita


Estoy devastado. Me siento incapaz de comprender muchas palabras y trazar una línea de imaginarios qeu contemplen lo que soy en verdad. A veces quisiera creer en ilusiones y saber, de una u otra forma, que lo que pienso es real y se llevará a cabo en algún momento.

Necesito saber qué es el amor verdadero. Me vendo a un beso desapegado que se cruza rara vez por mi vida. Me reviento por orgasmos falsos que logro disimular para que amantes repentinos (y muuuuuuuy repentinos) no capten el vacío de mi mente y pecho.

Mi cuerpo rebosa y retoza en la cama, quiere ver la luz que se evapora en una caricia mal inetncionada, en un jugueteo más que sabido y lleno de lugares comunes, de mentiras y falsos intercambios de teléfono al final, cómo si llamase o me llamaran de vuelta.

Me bajo los pantalones y siento la indeleble sensación de escapar un momento. No puedo contra mi cuerpo. Quedo abrazado a alguien a quien yo no quiero ni me quiere. Renuncio a mi pudor y buenas costumbres por un poco de placer pasajero que me deja mal sabor de boca.

Me extiendo entre quejidos y balbuceos, bajo le lengua recorriendo partes sabidas por otros y otras. No reconozco el cuerpo, pero sí los actos, que efectúo religiosamente con cada quien.

Mi boca se vuelve una esponja. No quiero saber del mundo. Los olores ya no me ataren, pero debo terminar el trabajo, antes que me dejen y otro lo acabe por mí.

Recito en mi cabeza lo que tengo que hacer más tarde, mientras cabalgo en una lujuria que no es tal, sino un compromiso con mi piel y órganos, para que éstos no se sientan inútiles y me dejen algún día.

Espero unos segundos, me aparto, río un poco y me visto, tengo cosas que hacer. El tiempo es un bien escaso. Le deseo lo mejor con un frío beso y un torpe abrazo. Yo me voy sucio y desganado, él se fue mucho antes, se fue en mí o un un preservativo que terminó en la basura, al igual qeu un poco de mi orgullo.