lunes, mayo 19, 2008

Gula

Lo ve y no puede contenerse. Es un hombre ideal, exquisito en todo sentido. Ella le recorre con la vista una y otra vez, cuando pasa frente suyo y le dirige un saludo de buenos días.
Siempre ha soñado con eso, con un espécimen de alta categoría que le suba el rango y las posibilidades de ser más. Con ese hombre que todas desean, que todas necesitan. Y ella lo desea más que a su madre y más que a un aumento de sueldo. Desea que ese hombre esté en sus brazos, para recorrerlo entero, asirlo y confundirlo. Poseerlo en todo sentido, nadie más que ella en la soledad de la noche y le confusión del día. Comerlo a pedazos, a trozos grandes, aunque en su exigua boca no quepan.
Piensa a diario en saciarse de él, tenerlo de aperitivo, plato fuerte y postre. En cada momento comerle los labios, morder su dermis, extasiarse y hartarse de su cuerpo, de su forma y de su sexo.
Cree que su hambruna de lujuria será saciada con tan solo un toque de las manos de aquel perfecto extraño que le saluda a diario. Pero teme que si obtiene a su presa, pueda volverse una adicta, que su deseo con tanto temple acabe en morbidez, por lo que aguanta un momento y sienta cabeza, aunque ya está harta de los vegetales y una anorexia sexual no le viene en gana.
Se da la vuelta y esta vez un susurro hace que despierte de su ensueño. Es él quien le pide ayuda, que le pide por favor que le sirva, y en su cabeza retumban las imágenes de esa boca roja y el sonido de esa voz varonil, que le pide, por primera vez, un café en la mañana.

miércoles, mayo 14, 2008

Lujuria

Cada día toma su dario de vida y lo contempla con una mirada de esas que dan pavor, pero producen un suspiro. Lo recorre de a poco, revisando sus páginas para ver su pasado. Toca finamente cada una de ellas y las huele. El perfume es exquisito y lo ha mantenido por años. Era el mismo que llevaba su padre y que muchas veces quiso para sí.
Deja de leer y roza el lápiz, de un lado a otro. Lo contiene con fuerza y comenza a a formar tranquilamente las palabras que ella desea desde hace unos momentos. Las lee, las devuelve, su boca crea figuras románticas y lascivas, se desnuda cada vez más en esos trazos infinitos. Toma un descanso. Respira profundo antes de volver a arremeter y esa respiración es cada vez más fuerte.
A medida que avanza, se va acelerando su cuerpo, los soplidos son incontrolables y esa excitación reinante por lo que esta allí frente suyo y en sus manos no sabe de parámetros. Se mueve tan rápido de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, que resulta difícil segirle con la vista. Cansa su vaivén alocado. Su cara enrojecida muestra ese gustito de hacer algo malo, algo prohibido, pero que da buen sabor de boca.
Al acabar por fin, se sonríe un poco, lo abraza con fuerza y lo huele nuevamente. El mismo olor del primer hombre al que amó. Salen un par de lágrimas emocionadas, que resbalan por la piel de ambos. En la de ella se desvance una y en el cuero queda pegada hasta la eternidad.

lunes, mayo 12, 2008

Ira

Como verte de lejos, si yo te quiero cerquita mío. Cómo no entiendes lo que siento por ti. Cómo no ser iracundo, si la pasión hierve dentro de mí. Cómo quieres que no me enoje si estoy explotando en mi interior.

Cómo quieres que no me exalte, que no sulfure con cada cosa que haces si todo tu ser ebulle dentro de mí. Me excitas, me encantas. Me colmas. Tú eres mi todo, esa que está allí para mí. Mía toda mía, de ningún otro.

Y sí, sé que gritas cuando te acaricio, pero es que te quiero tanto que se me pase la mano y la fuerza no la controlo, pero has de saber que así me sientes más y yo te siento más. A veces mancho tu piel, pero es mancha es porque te amo y quiero que sepan que eres mía y que reconozcan que te amo. Siempre te lo he dicho. Te amo más que a nadie. Te lo repito mil veces después de que te acaricio con fuerza y te pregunto quien era ese hombre. Te lo digo a solas y callado, sin nadie. Te lo repito cuando mi amor es grande y te amo carnalmente con toda mi energía; allí grito que te amo y grito por placer y por que eres y soy. Y después de amarte, cuando ya no somos uno, lloras sin decirmen nada

Y Sé que lloras porque también me amas.

domingo, mayo 11, 2008

Soberbia

No tengo problemas con que me desprecies. La verdad me da lo mismo lo que pienses de mí. Te fui infiel tantas veces que no me importas ¿Que me odias? Ahora me odias. Cariño sólo puedes odiarme si lo haces con pompa, de todo corazón y sin recelo. Sin pudor a odiarme.
No puedo agunatar que me odies solo un poquito. Creo que valgo mucho más que eso, o no. Valgo el odio eterno, la ira máxima, que te pongas furibundo con escuchar un ápice de algo que se me parezca, de algo que te traiga ese recuerdo sórdido e infame de cuando estuve con otros, porque hubo varios y tú solo conociste a uno.
Me odiarás porque eso es justo, porque lo pienso yo. Tú no piensas por ti mismo. Si me odias es que yo quiero que así sea, porque no tienes control de tus emociones y yo hago que me odies. Y, como te lo dije antes, el odio tiene que ser de esos viscerales, que te carcomen por dentro, que te obsesionan te maltratan y te enloquecen.
No quiero que hables... Escucha... Nada. Eso, nada. No tenemos nada. Por eso me merezco tu odio y el odio de los buenos. Llora de rabia, te concedo eso, porque eser débil. Llora. Y ahora ándate y no se te olvide armar un altar de odio en contra mía. Soy tan mala que Hitler me temía y soy tan maldita para cambiar tu paracer con un chasquido, para que dejes de odiarme, pero no necesito amor. Odio, quiero odio. El amor siempre acaba, el rencor queda como herida. Y yo, ser olvidada ¿cómo se te ocurre? Jamás dejaré que pase al olvido, jamás.