miércoles, junio 24, 2009

Ella

Ella es gorda, tiene cerca de 30 años y, al contrario de lo que todos piensan, no es virgen. Perdió su blancura a los 17 años con un tipo que nunca la quiso y del que ni siquiera recuerda el nombre. De eso ya pasaron muchos años y hace unos 5 que no tiene relaciones con nadie más, a excepción de su amigo a pilas.
Con él, se imagina montada por tanto hombre de la televisión y las películas, sueña con que cambia a los homosexuales para que deseen sus carnes sueltas, su pelo desaseado, la poca depilación, sus ojos negros y faltos de brillo. En ese momento, del éxtasis, se siente feliz, hasta que las vibraciones acaban y vuelve a su realidad, en la cama o la tina de baño.
No maneja muchos términos. Su vocabulario es reducido, excepto en las matemáticas, donde se convierte en la Miss más Miss de todas.
Nadie habla con tanta pasión de conversiones, de triángulos, logarítmos, aritmética. Se apasiona tanto como cuando está recostada con el vibrador en su mano. La mente le fluye llena de ideas, de soluciones, de conceptos que sólo ella logra entender.
Allí es feliz, más que cualquier persona. Le encataría estar rodeada de nerds que la alabaran por la supremacía numérica, pero le da pudor, ya que no son gente linda ni bien aceptados. Su anhelo es hablar con lo más variado de la socialité, escapar en un yate o ser invitada a cuanto evento haya, llegar tarde como la gente importante y tener alguna aventurilla con el galán del momento, para vender su historia al papel couché.
Sonrisas no le faltan en su desplante frente al espejo, cuando cree estar en esos eventos, las cuales no se ven entre los libros contables y papeles de su demacrada oficina sin luz natural. El escritorio lleno de migajas de hace años, da cuenta como ha aumentado su peso, mientras disminuyen sus ilusiones por casarse en una iglesia...

sábado, abril 11, 2009

(Des)Esperanza

Anoche soñé un río que traía las luces del tu vida. Una de esas llenas de intriga, de soledad y de desconfianza. Y también soñé que lo bebía, poco a poco. Me llenaba de una sensación híbrida de bienestar y reticencia, con sueños de horror en el descanso, con palabras extrañas al despertar, imaginería rota de alguna esquizofrenia.
Desperté llorando el mismo río que bebí, con llagas en la carúncula, con pena en el corazón y con la boca seca por haberte tomado.
Días después la sensación se esfumó, viví lúcidamente, hasta que de nuevo soñé contigo, pero no como río, sino que ahora eras aire, de ese que no puedo escapar.
Estabas viciado, denso y aún así, en vez de preferir morir de asfixia, sentí necesario respirarte profundamente, una y otra vez. Llenarme de ti, necesitarte como a un narcótico. Angustiado por saber que cualquiera podría quitarme ese impuro oxígeno que respiraba.
Y abrí los ojos, sin ti, sin aire, sin estar lleno, ni siquiera a sabiendas de que me harías mal en otra noche excitante y poco cuerda.
Rompí mi sosiego y aprendí nuevas cosas como callar, hablar con la mirada y dejar el sarcasmo. A la vez que también supe en no confiar en nadie, en no escapar más de mis sucesos. Querer enfrentar mi condición desatinada, mi locura infinita, mi mundo inventado (el que no es mundo, sino más bien una historia).
Cerré los ojos para encontrarte de nuevo. Necesitaba saber cómo harías para meterte en mí, cuál sería tu disfraz para mi daño... Y no te vi más. Era otra agua, otro aire, otro traje y allí decidí que mejor era entregarse. Di la vuelta y me volví insomne, a la espera de volverte a ver en al vida real.

sábado, marzo 07, 2009

Cremador de sueños

El tiempo nunca ha servido para nada, además de volverte viejo. Separan las tullidas cárceles de las memorias los hombrecitos que trabajan como antioxidantes, para tratar de congelar historias que ya no te sirven, sino para que creas que aún eres joven.

Completamente incierto. Completamente acertado. El más viejo de aquellos cambió su rumbo para no ser de la buena estirpe. Recordó que las memorias no sirven ni dejan legado y conformó un mitín para que se hiciera una limpieza del disco duro humano.

Así, comenzó a pedir que las cosas más inútiles se desprendieran. Las vivencias diarias no podían esfumarse tan ligeramente, por lo que decidió cumplir su tarea con el subconsciente, quien era el que más espacio ocupaba y más spams tenía acumulados.

Uno por uno fue eliminando miedos y carencias, pero estas volvían de forma repetida, como abejas a la colmena, por lo que resultó inútil luchar contra ellos.Pensó, entonces, en las pesadillas. Cordenadas de malos sueños que acechaban a diario, pero que en temporadas acababan y el espacio, a medida que los años se cumulaban, dejaba de tener gigas desocupados.

Raramente, sin poder acelerar el proceso de vaciado, pensó en comprimir archivos y sacarlos sólo cuando se le solicitaran. Buena opción, mas atrasaba las labores espontáneas y, muchas veces, las respuestas llegaban con mucho retraso.

Ya harto de crear ideas que fueran cortoplacistas, unió a sus ingenieros, periodistas, cuentistas y arquitectos, para poder recomponer etse problema, tanto comunicacional como de espacios.La idea surgió de repente. Los sueños eran inútiles, pasados y la gente no los ocupaba. Siete diarios eran los que cada persona tenía y de los que jamás hacía referencia. Con esto ya trazado, la solución era saber cómo hacerlos desaparecer sin que se notara.

Comenzaron con los unicornios, personajes fictiocios y superhéroes, para seguir con amores de verano, estudios y programas añejos. Les ponían cemento, y los arrojaban al mar del olvido, les explotaban con dinamita, perp eso generaba bajas en las neuronas. Mataban a varios con alcohol y humo de cigarro, pero aún eran demasiado prolíficos.

Inmolándose, varios pensaron en buscar soluciones y una llegó del sol. Quema. Eso. Quema. Dijo el ya maestro del acabóse. Prendio una vela en un idilio, y desparecio en una nube estrecha. Estuvo feliz. Ya se acabaría el problema con ellos, con tan solo una vela, un poco de fuego acabaría con todo, pero ya estaan muchos estancados y el trabajo tendría retraso.

Mandó a construir un crematorio, donde a todos los sueños acumulados los dejaría para acabarse. Así, en menos de tres meses ya no había qué hacer. Hubo despidos, cambios en el equipo y se redujo todo. Pasó el tiempo y el cremador se preocupaba por mantener su trabajo.

La idea fue demasiado buena. Enloqueció. Informó que etsba enfermo y se mantuvo tres días en casa, encerrado. Planeó todo. De a uno fue eliminando personas, ideas y cuentos, guionistas, productores y actores. Todos. No quedó nadie más que él, diueño y señor de la creación de los dormidos.

Y por eso yo ya no sueño.

miércoles, febrero 18, 2009

Trivialidad

Hace tres deseos atrás, jugaba a encontrarte con un oscuro ser que acabase el sufrimiento que me dejó sin pudor y con un exceso de cordura. Recorrí valles, espejismos y calvarios, malos pensamientos, pesadillas y cuentos infantiles.

Acabé desganado en la agonía de un enfermo y me dieron ganas de volverme feliz por un momento. Respiré la desgarcia del ya fallecido, para encomendarme a un no sé quien. Levanté mis kilos demás y crucé volátil los lamentos de las monjas y de los familiares del occiso.

Rompí mi dieta por infinita vez y me atraganté con la ira de un incauto, con el odio de la envidia y las lágrimas de una viuda. Tomé rumbo desierto, a sabiendas de que en cualquier paraje oscuro habías de aparecer. Me reí como un tonto por creer que tendría buena suerte y seguí por el pantano del ahogado.

Me senté en las hidras para recomponer el desconsuelo y recobrar mi lamentable memoria. Tiré los zapatos antes de pasar por el rosal que plantaste para recordarme y pasé libremente entre sus flores amarillas y para luego dejarlas naranjas.

Untaba con hiel mis labios y saboreaba de a poco su amargura. Detendía mi respiración y terminaba con esos pensamientos lindos que se albergaban en algún lugar, lástima que mi vida no lo hacía.

Fulguré sensaciones, roces, calamidades titánicas en un vacío silente de lo que esperaba de mí, de la marea seca de energías celestiales, que me tragué en una bocanada de cigarro.

Y esperé, como siempre lo hago, que llegara mi hora previa a la final, pero la agonía no existe, no me quiere ni me busca...

domingo, febrero 15, 2009

Qué es

Y de verdad creo estar bien. Me miento a cada momento, con la lógica de que ser feliz es una cosa mental, una posición frente al mundo; pero en realidad no existe esa forma de bienestar. Busco, por infinita vez, un pequeño vahído de sentimientos puros, alegres y divinos... Siempre los encuentro. En caras de otros, en caricias de otros, en besos de otros que no me pertenecen, y que dudo que alguna vez lo sean.

Corrígeme si estoy mal, pero sé que no soy un santo, un Adonis ni un dios. También reconozco que me falta carácter, dureza y pudor; que me sobra el ego (mi ídolo ficticio), la patudez y el amor.

No quiero que pienses que te escribo a ti, porque no es así -aunque lo parezca-. Escribo porque me desahogo, vomito las palabras de la única forma en la que aprendí a llorar y mostrarme transparente. Lleno de palabras cursis, impropias y parafraseadas, con un dejo de prosa barata, tantas y tantas columnas y escritos, pensando en qué quiero para ser una persona contenta y la verdad es que de tanto que pedí, ya no quiero nada.

Soy un malcriado, un gigante egoísta que no se conforma con el cariño, el amor o el sexo. Ni con ser la más grande de las perras ni el más asceta de los monjes. En este momento sólo quiero llorar, como ya lo hago, con cada una de estas sílabas. Mas tampoco quiero emular al mar. Quiero que sean chubascos, o rocío matutino, imperceptibles a todo ser.

Recuerdo a la Storni y suspiro fugaz... "Ahh. Bien puediera ser..."