miércoles, octubre 22, 2008

Pereza

Allí están sobre la cama. Inútiles y desganados de una vida que no siguieron y que tampoco quisieron armar. Cerca el uno del otro, pero tan solos como un átomo de hidrógeno. Alguien debe preparar el desayuno, lo saben; y aún así no se mueven ni un milímetro.

El reloj marca cada segundo y un movimineto se siente en la cama. Ella abre un ojo, pero se da vuelta a pensar en nada y seguir su letargo. Él no está conciente, vive en un mundo de fantasía que le llena. En donde todos sus planes se realizan, donde se casó con la mujer que amaba, donde el dinero no es problema.

Se escuchan ruidos desde fuera. Ladridos de perro. Ninguno hace nada. En la cocina los vidrios se quiebran, las ventanas se remecen y el tendido eléctrico se corta. mucha gente grita y corre desesperada al compás de la hecatombe. Él se despierta cuando cruje la habitación. Se voltea hacie ella. La mujer hace lo mismo. Ambos quieren verse a la cara en el momento de sus muertes, cuando uno deje al otro. Sólo así serán felices. Esperan silentes y calmos. Cierran los ojso en un segundo de deseo, de anhelo que se caiga una viga, el techo, lo que sea... De repnete los pájaros trinan. Abren los ojos otra vez. "Imbécil", piensa uno; "cobarde", piensa el otro.

No hay comentarios.: