
Siempre que hablo de la navidad me tengo que acordar de algún momento de mi niñez. Creo que es porque la navidad está creada para los niños y esos días siempre tenía que ir a fiestas navideñas, no cómo ahora que tengo trabajos por hacer, terminar ramos y sacar los promedios de mis alumnos.
Fue cuando tenía cuatro años que me disfrazaron de ese reno cocainómano. Estaba en el jardín infantil a dos cuadras de mi casa. Ese día me arranqué por lo aburrido que me parecía todo. Crucé la calle y me fui a mi hogar.
Claro que los palmazos que me dieron por escaparme fueron duros (hasta ahora me duele el trasero), además de llevarme de vuelta al jardín, dónde todos estaban desesperados buscándome.
Después que el dolor se me pasó un poco, necesitaban a gente para salir a un acto, a cantar villancicos en la Seremi de Educación. Yo me ofrecí (fui el único que se ofreció para Rodolfo). Me miraron raro, algunos de mis compañeros se ríeron. No había otro, eramos el disfraz y yo.
Me puse como pude eso cachos, una capa café y una campana al cuello (que gay mi vida). Ya no podían hacer nada aparte de pedir, por favor, que no me portara mal. Me maquillaron con rubor y rouge la nariz. Me la dejaron media rubí.
Nos llevaron a uan camioneta y partimos. Era yo, todo divo con mi capa y los reyes magos (que dos eran reinas). Nos dejaron cerca, tuvimos que caminar, no me acuerdo cuánto, pero a mis 4 añitos era bastante.
Subimos a una oficina. Había un viejo pelado y le cantamos "pero mira cómo beben...", "noche de paz" y´, por último, yo la estrella "Era Rodolfo el Reno". Un reno con el maquillaje corrido, con cara feliz por salir del jardín y muuuuuuuuy gritón.
Finalizamos la presentación y nos regalaron unos chocolates (que se los dejó la tía) y unos lápices que mi mamá guardó. Eran lápices de palo para pintar, de esos que tenían una especie de Pepón en la caja. Volví al jardín con mi trofeo y un dulce que le logré sacar a la parvularia ladrona. llegué a mi casa, ya era tarde y mi mamá guardó los lápices, quien sabe dónde, porque nunca los volví a ver.
Pero yo fui feliz. Un reno libre, sin Santa Clos, sin ataduras y sin repartir regalos, sólo unas canciones gritadas y mal aprendidas. Que chistoso fue.